lunes, 3 de agosto de 2015

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, EL 3 DE AGOSTO DE 1985 (2º parte)


DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, EL 3 DE AGOSTO DE 1985 (2º parte)

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN LA SESION DE CLAUSURA DEL ENCUENTRO SOBRE LA DEUDA EXTERNA DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE, EFECTUADA EN EL PALACIO DE LAS CONVENCIONES, EL 3 DE AGOSTO DE 1985, "AÑO DEL TERCER CONGRESO".

2º parte

También nosotros sabemos lo que se puede hacer con lo que se invierte en armas, y cuán duro es tener que invertir cuantiosas sumas en trincheras, fortalezas, túneles, fortificaciones de todas clases, y emplear decenas y decenas de miles de hombres en la flor de la juventud, y de técnicos, y de equipos y de recursos en la tarea de la defensa. Sabemos cuántas viviendas se hacen con lo que tenemos que dedicar a eso y cuántas escuelas.
Hemos hecho escuelas por miles: primarias, secundarias, tecnológicas, todos los niños y jóvenes de este país tienen escuelas; sin embargo, queremos hacer también escuelas de arte, una por provincia, vocacional y otras profesionales. Ahí va nuestro programita adelante poco a poco, porque nunca se satisfacen las necesidades, son ilimitadas; cuando has resuelto la escuela, el hospital, los medicamentos, entonces faltan casas, y cuando tienes las casas faltan otras cosas, faltan lugares de recreación y tienes que invertir en eso. Cuando ha llegado ya a un nivel de escolaridad de casi 9no grado, como el que tiene nuestro pueblo hoy día, se desarrollan otras aspiraciones culturales, y todas las provincias quieren tener sus escuelas de arte, sus grupos de teatro, de música y de danza.
¿No estarían mucho mejor invertidos en esas cosas los recursos que nosotros hemos tenido que gastar en estos 20 años en la defensa? ¿Para qué queremos las armas? ¿Para qué quiere un país socialista las armas? ¿Para qué necesita de carrera armamentista, para qué necesita de guerras? El socialismo, tal como yo lo interpreto, y lo interpretan todos los socialistas y lo interpreta todo verdadero revolucionario, no tiene nada que ver con las armas. Hay que estar loco para pensar en el mundo de hoy resolver esta contradicción por medio de las armas: la contradicción socialismo-capitalismo.
El que necesita las armas es el imperialismo, porque está huérfano de ideas (APLAUSOS). Para mantener este sistema oprobioso, para mantener todas estas situaciones de las que se han hablado aquí, necesita las armas, tiene que mantenerlas mediante la fuerza; pero si hay ideas, si existen ideas se pueden defender esas ideas y se pueden hacer que triunfen las ideas; las ideas no necesitan ni de las armas, en la medida en que sean capaces de conquistar a las grandes masas. La contradicción entre socialismo y capitalismo nadie puede pensar en resolverla por la fuerza, hay que estar loco para pensar en eso; y los que piensan en eso son los imperialistas, por ello mantienen bases militares en todas partes del mundo, amenazan a todo el mundo, intervienen en todas partes.
¿Dónde están las bases militares de los países socialistas? Estados Unidos posee cientos de bases militares, y tiene escuadras en todos los océanos del mundo. Aquí se ha hablado de Diego García, y se ha hablado de las Malvinas donde han instalado una base, quiere otra por allá, para sus locuras de la guerra de las galaxias, a 4 000 millas de Chile, en la Isla de Pascua. Está todos los días instrumentando la obsesión de buscar una isla, un islote, un pedazo de tierra, algo, para mantener su sistema de predominio por la fuerza, un sistema de saqueo sobre el mundo. Sí existe una filosofía de que al mundo hay que mantenerlo bajo el saqueo, y como el saqueo no se puede mantener más que por la fuerza, eso es lo que explica esa filosofía y esa fe ciega en las armas.
Si el socialismo no aspira a quitarle nada a nadie, ni un pedazo de tierra a nadie, ni explotar el trabajo y el sudor de nadie, realmente, ¿para qué necesita armas? Solo el imperialismo con sus continuas agresiones y amenazas es responsable de nuestros gastos en armas.
Parto de esa concepción y sé que todos los países socialistas conocen perfectamente lo que pueden hacer con esos recursos que se dedican a las armas. Y cuando lo digo con una completa seguridad no es que yo les haya escrito una carta a los dirigentes de los países socialistas preguntándoles si puedo plantear esto, o si están de acuerdo o no con esto, sino que la más elemental lógica me indica, me dice, me da la seguridad de que ese es el pensamiento socialista, y estoy seguro de que los socialistas, que no tienen los problemas que tienen los países del Tercer Mundo —aunque hay algunos países socialistas del Tercer Mundo—, también tienen una enorme preocupación por los peligros de guerra. No tengo la menor duda, y lo sé por las declaraciones que han hecho y sé cómo piensan, de que los países socialista apoyarían también al Tercer Mundo en esta lucha por resolver la crisis económica, el problema de la deuda y el Nuevo Orden Económico Internacional (APLAUSOS).
Cuando hablamos de abolir la deuda, hablamos de todas las deudas que tiene el Tercer Mundo con el mundo industrializado, no excluyo a los países socialistas (APLAUSOS). Cuando hablo del Nuevo Orden Económico Internacional y precios justos, no excluyo —ni mucho menos—a los países socialistas, y estoy seguro de que para ellos significará sacrificios, pero comprenderán y apoyarán.
Mencioné aquí la cuestión de los Derechos del Mar. Yo recuerdo cuando comenzó esa lucha por Perú, por Ecuador, por Chile, por México, ya los países socialistas tenían grandes flotas que pescaban en alta mar, ya nosotros, incluso, habíamos desarrollado una flota importante. Históricamente pescábamos en las inmediaciones de las costas de México, de Estados Unidos, de Canadá, de todas partes, cuando los límites de las aguas económicas eran 12 millas. A nosotros nos perjudicaban las 200 millas, sin embargo, nosotros no tuvimos ninguna vacilación en apoyar a los países latinoamericanos y del Tercer Mundo en esa demanda, en hablar con los países socialistas, en pedir que apoyaran, y los países socialistas apoyaron la demanda de las 200 millas. Lo conocen los peruanos, Mercado Jarrín, conoce eso, y lo conocen los que estuvieron en esos gobiernos. Y se afectaban considerablemente, puesto que tenían ya miles de millones invertidos en grandes flotas pesqueras. Nosotros nos afectábamos y fuimos de los que más defendimos lo de las 12 millas. Ahora se llegó a un acuerdo, pero Estados Unidos quiere ser dueño de todos los fondos marinos, fuera de las 200 millas, y exigen el privilegio de que sus transnacionales usando y abusando de sus tecnologías puedan explotar sin restricción alguna esos recursos para obtener cromo barato, minerales baratos, más baratos todavía, para arruinar aún más al Tercer Mundo que no tiene esas tecnologías para ir al Océano Pacífico, al Indico o al Atlántico a buscar minerales. ¿Qué porvenir nos depara?
En los acuerdos sobre los Derechos del Mar se contempla que las inversiones beneficien a todos los países. Estados Unidos no quiere aceptarlo, igual que algunos otros aliados suyos.
Yo no tengo la menor duda de que los países socialistas apoyarán esta causa; ahora, es muy importante que estemos conscientes de que esta no es una lucha solo de América Latina, debe ser una lucha de todo el Tercer Mundo, porque es lo que nos da la fuerza. Tienen los mismos problemas y algunos los tienen peores que nosotros, solo que América Latina es la que puede liderear esta lucha, es la que tiene más desarrollo social, incluso, más desarrollo político; una mejor estructura social, millones de intelectuales, de profesionales, decenas de millones de obreros, de campesinos, un nivel de preparación política, habla un mismo idioma.
Los africanos están en una situación más desesperada: ellos deben casi 200 000 millones, pero están peor todavía, más dependientes de los alimentos que les envían de cuando en cuando en medio de hambrunas desesperadas, una situación más terrible todavía, si cabe, que la de América Latina. Pero todos los países del Tercer Mundo, los que luchan en las Naciones Unidas, en el Grupo de los 77, los que lucharon por el Nuevo Orden Económico Internacional, tienen una conciencia de estos problemas.
En América Latina se habla casi un único idioma. Es verdad que aquí había interpretaciones en francés, inglés, portugués; los de habla portuguesa, que constituyen una parte importante de la población latinoamericana, escuchaban perfectamente en español y entendían, y nosotros los entendíamos a ellos cuando hablaban portugués; e, incluso, algunos de los países de habla inglesa, como el de Belice y el de Curazao, donde hablan papiamento —creo que así se llama el idioma que hablan—, incluso el de Haití, hablaron español aquí. De modo que la comunicación que existe en esta región no existe en ninguna otra región del Tercer Mundo: ni en Asia, ni en Africa, ni en alguna otra parte. Indiscutiblemente que la región del mundo que está en mejores condiciones de librar esta lucha es la América Latina, sería muy difícil en Africa poder hacer una reunión como esta que se ha hecho aquí, o en cualquier otra parte del Tercer Mundo. Es decir, hay un desarrollo político mayor, una estructura social mejor para esta lucha y la América Latina tiene mucha más potencialidad, no solo económica, sino también política.
Estos son principios básicos. No se trata de una sola idea, no es la sola idea de abolir la deuda; esto está asociado a la idea del Nuevo Orden. En la América Latina está asociado además a la idea de la integración, porque, incluso, si se logra la abolición de la deuda, si se alcanza el Nuevo Orden Económico, sin integración nosotros seguiríamos siendo siempre países dependientes. Si Europa no concibe que pueda vivir sin la integración, cómo pueden concebirlo estos países, numerosos países de diversos tamaños y niveles de desarrollo, unos son mayores que otros. Brasil, desde luego, tiene más posibilidades, pero aun Brasil necesita de la integración; Brasil necesita del resto de América Latina y el Caribe, y el resto de América Latina y el Caribe necesita de Brasil. Todos los países de este hemisferio necesitan la integración, por eso se habla de integración económica, que es otro de los puntos señalados por nosotros. Eso es esencial, elemental. Son ideas básicas. El problema de cuándo y cómo se va a instrumentar todo eso, es otra cosa. Yo creo que en la medida en que estas ideas salgan de las torres de marfil; en la medida en que estas ideas se hagan ideas de las masas, de la opinión pública, del pueblo; en la medida en que estas ideas se hagan las ideas de los obreros, de los campesinos y de los estudiantes, de los intelectuales y de las capas medias de América Latina, estas ideas, más tarde o más temprano, triunfarán, entre ellas la idea de la integración económica (APLAUSOS).
Está claro que si en una etapa histórica a los que les corresponde la responsabilidad de avanzar en una dirección no avanzan, las masas los sobrepasan, avanzan, y llevan a cabo los objetivos históricos (APLAUSOS).
Otra idea esencial es la siguiente, la idea de la unidad que hemos venido planteando desde el primer momento: unidad dentro de los países y unidad entre los países; dentro de los países, allí, donde haya las mínimas condiciones de unidad, y hoy se dan, por suerte, en la mayoría de los países de América Latina, no en todos, eso lo he explicado muy cuidadosamente. Nadie concibe una unidad con la tiranía de Pinochet, o con la de Stroessner, y hay algunos otros casos, pero no son tan abundantes. Es la idea de la unidad dentro, porque se necesita fortaleza interna para librar esta lucha, y la unidad entre los países de América Latina, y entre todos los países del Tercer Mundo, porque se necesita fortaleza externa. Buscar unidad con ciertos países industrializados, y estoy seguro de que esta lucha podría contar con el apoyo, incluso, de numerosos países industrializados, los que no son centro de poder mundial y que, en cierta forma, han sido afectados también por las políticas monetaristas y aventureras de la actual administración del gobierno de Estados Unidos.
Más bien creo que si esta lucha se lleva consecuentemente adelante, se quedan aislados Estados Unidos, con unos pocos socios, los mismos que se oponen a las sanciones al apartheid en Sudáfrica, los mismos que se oponen a firmar los Acuerdos sobre los Derechos del Mar. Estoy seguro de que si esta lucha se lleva adelante, hasta las últimas consecuencias, ellos se quedan aislados; por eso, van a tratar de dividir por todos los medios, amedrentar, intimidar. No tiene nada de extraño que en su nerviosismo hayan lanzado la cascarita de plátano que le lanzaron a Perú, y la provocación que le acaban de hacer a ese país.
Ahora bien, una cuestión importante, que se planteó aquí, por eso me he visto en la necesidad de extenderme. Díaz Rangel planteó —y es la segunda vez que me hace la trampa, porque ya en la reunión de los sindicatos hizo lo mismo, planteando una interrogante desde la tribuna; digo la trampa en el buen sentido, no en el sentido imperialista de la palabra— la cuestión relacionada con el diálogo, si debía dialogarse o no; yo mismo me puse a revisar un poco qué dije sobre esto; sé lo que dije, pero quise verlo con precisión, desde que hablé ya más ampliamente de este tema, qué dije.
Al hablar de estos problemas en la entrevista al periódico "Excelsior" —ustedes la tienen, porque ustedes han recibido muchos materiales; hay abundantes folletos de esos y ustedes tenían acceso, aunque tiempo estoy seguro de que no habrán tenido mucho, creo que ni Díaz Rangel lo ha tenido, porque si él lo hubiera leído bien, no planteaba la cuestión aquí, no preguntaba sobre el asunto (RISAS)— yo decía:
"Bloquear económicamente al Tercer Mundo, o intervenirnos por cuestiones de deuda, como hicieron en las primeras décadas de este siglo en Haití, República Dominicana y otros países; repartirse de nuevo el mundo para asegurar el suministro de materias primas y los mercados, como ocurría en otras épocas, hoy es absolutamente imposible.
"La lucha por una demanda tan racional como la solución del problema de la deuda externa y relaciones económicas justas entre los países del Tercer Mundo y el mundo industrializado, es tan esencial para la supervivencia y el porvenir de los pueblos de América Latina, que contaría, sin duda, con el apoyo de todas las capas sociales y generaría una gran unidad interna en todos los países; así como también, con toda seguridad, una gran unidad de todos los países latinoamericanos, y contaría, sin la menor vacilación, con el apoyo entusiasta y decidido de todos los países en desarrollo de Asia y Africa.
"No albergo la menor duda de que, incluso, numerosos países industrializados apoyarán estos reclamos. Tampoco tengo dudas de que lo ideal y lo más constructivo, es que estos problemas sean resueltos mediante el diálogo político y las negociaciones. Sería la forma de llevar adelante, ordenadamente, soluciones esenciales. De no ser así, no hay dudas de que un grupo de países" —fíjense en esta idea, es muy importante—, "arrastrados por situaciones desesperadas, se verán obligados a adoptar medidas unilaterales. No es deseable que eso ocurra; pero, si ocurre, tampoco tengo la menor duda de que a ese grupo se sumarán todos los demás países en América Latina y en el resto del Tercer Mundo" (APLAUSOS).
Esa idea se vuelve a reiterar en una entrevista con un académico y un legislador norteamericanos, de la cual van a editar un libro, sobre todo con las partes económicas; también está impresa. Aquí se dice:
" ...los países industrializados no tienen en estos momentos ninguna fórmula racional, efectiva, para enfrentar la crisis, no la tienen.
"Yo creo que la dificultad principal está en la incomprensión de la naturaleza y la gravedad del problema. (...) ayudaría, incluso (...), a las empresas que comercian con esos países, a las empresas que producen mercancías para esos países, y los estados de los países acreedores no sufrirían ningún daño económico sino, por el contrario, incrementarían sus niveles de empleo y la utilización de sus capacidades industriales; sus bancos no sufrirían pérdidas, sus contribuyentes no tendrían que pagar impuestos adicionales.
"Si esto se entiende, si hay conciencia de esto, yo creo que se facilitaría considerablemente el camino de la solución, mediante diálogo, mediante acuerdos entre los países industrializados y los países del Tercer Mundo. Y como le decía anteriormente, lo único que se afecta es la demencial carrera armamentista, la frenética locura de las armas y de la guerra, y eso desgraciadamente en muy poco volumen. Es una medida saludable, porque empezaríamos a vencer la más bochornosa y peligrosa enfermedad de nuestra época. Si el Nuevo Orden Económico Mundial, proclamado y acordado por las Naciones Unidas, se aplica como complemento indispensable de la cancelación de la deuda, ello sí implicaría una mayor reducción de los gastos militares.
"Si no se logra éxito en esto, ¿qué va a ocurrir?, que en vez de alcanzarse por un acuerdo negociado entre las partes, los países del Tercer Mundo lo van a imponer, no le quepa la menor duda. La esencia es esta: materialmente es imposible pagar la deuda y sus intereses; por esta razón tan elemental como comprensible, no podrá pagarse, costaría ríos de sangre imponer a los pueblos los sacrificios que esto implicaría, a cambio de nada. Ningún gobierno tendría poder suficiente para conseguirlo. Es una cuestión que bien vale la pena ser analizada, discutida y resuelta de común acuerdo entre acreedores y deudores, y no hay que olvidarse ni por un instante que la iniciativa está ahora en manos de las naciones a quienes se les exige tan monstruoso sacrificio.
"Si los países deudores del Tercer Mundo se ven obligados a decretar unilateralmente una suspensión de pagos, los países industrializados se quedarán sin la menor alternativa de acción posible. Un bloqueo económico, una invasión del Tercer Mundo, un nuevo reparto del globo, como en los siglos pasados, para asegurar las materias primas y los mercados, o cobrar la deuda, toda persona racional comprende que eso es sencillamente imposible. No podrían siquiera bloquear económicamente un solo país o grupo de países que se declararan en suspensión de pagos, porque suscitaría de inmediato la solidaridad de los demás.
"Somos una gran familia, y los tiempos han cambiado mucho. Algunas locuras han quedado atrás, y otras, como varias de las que hemos analizado en esta entrevista, no tardarán mucho en seguirlas."
Es decir, nosotros no hemos hecho una declaración de guerra a los países industrializados, les estamos diciendo lo que está pasando y lo que va a pasar. Yo digo: Es preferible que tomen conciencia de esto y nos sentemos a conversar, pero no conversar para pagar la deuda —entiéndase bien—, conversar sobre el Nuevo Orden Económico Internacional (APLAUSOS). Para imponerles una abolición de la deuda no es estrictamente indispensable conversar, pero para discutir el Nuevo Orden Económico es indispensable conversar, y si las bases están claras se puede conversar de las dos cosas: cómo se va a abolir la deuda, de qué forma. Les hemos ofrecido remedio para ellos mismos, para sus bancos. Debieran estar agradecidos de que decimos: bueno, va a pasar esto, y les estamos proponiendo soluciones para sus propios problemas.
Sigo pensando que lo ideal era que tomaran conciencia. ¿Pero acaso creo que la van a tomar? Claro, ahora están preocupados más que nunca, han empezado de verdad a preocuparse, y es bueno, es muy bueno que estén preocupados, lo malo es que sigan indiferentes por completo en medio de esta tragedia.
Si están conscientes, si entienden bien esto, y que la deuda es impagable, podemos sentarnos a ver qué forma elegante, piadosa se le da a la abolición de la deuda.
Si no toman conciencia, si la situación sigue evolucionando por el camino que lleva, va a ocurrir —y ya vemos ciertos amagos—, lo que hemos estado planteando: algunos países, desesperados, van a tomar decisiones unilaterales, y entonces van a tener la solidaridad de todo el resto de América Latina y del Tercer Mundo. Eso es seguro, de eso no tengo la menor duda.
Está fresco todavía el recuerdo de las Malvinas, cómo a pesar de la terrible situación política interna que había en este país, los pueblos de América Latina no vacilaron en apoyar al pueblo argentino, ni los pueblos del Tercer Mundo; aquí mismo en este salón había una reunión de cancilleres de los No Alineados en aquellos días de la guerra, aquí se conversó y se discutió con todos ellos, aquí vino el canciller argentino, aquí conversamos con los representantes de los países del Tercer Mundo, y casi de manera unánime apoyaron al pueblo de Argentina en la cuestión de las Malvinas.
Y en la lucha de las Malvinas nadie tenía nada que ganar ni perder económicamente, era una cuestión sentimental, afectiva, una cuestión de principio, de repudio al colonialismo. Pero en este problema que tiene que ver con la vida y con la muerte de todos los pueblos de América Latina y del Tercer Mundo, si un grupo de países desesperados, o incluso un grupo pequeño de países con algún peso económico inician esa batalla, lo van a apoyar, no tengo la menor duda, el resto de América Latina y del Tercer Mundo, diez veces más de lo que apoyaron a Argentina a raíz de la guerra de las Malvinas (APLAUSOS).
Como parte de esta lucha, nosotros hemos estado en contacto con los países de Africa y con los países del Tercer Mundo. Todos estos materiales con los cuales los han agobiado a ustedes, se han enviado a las Naciones Unidas, se han enviado muchos de ellos a los jefes de Estado, a los jefes de Estado de los países industrializados y a los jefes de Estado de los países del Tercer Mundo. Se ha estado trabajando y luchando, tratando de formar una conciencia que garantice la solidaridad. Y hoy ya hubo amagos, por poco se desata ya la solidaridad con Perú. Porque no le quepa a nadie la menor duda, ni la más mínima duda, que si el imperialismo toma medidas de esa índole contra Perú o cualquier otro país que se vea en la situación de tomar medidas unilaterales, aunque no sean radicales las medidas, y adoptan medidas de tipo económico contra ese país o contra cualquier otro en condiciones similares, esos países tendrán toda nuestra solidaridad, y estoy seguro de que tendrán la solidaridad de todos ustedes, de América Latina y del Tercer Mundo. No tengo dudas de eso (APLAUSOS).
Aquí no hay cartas ocultas en la manga. Esta es una estrategia abierta, clara y diáfana, y parte de esta estrategia ha sido crear una conciencia; uno de los objetivos fundamentales de la divulgación de todos estos materiales es crear conciencia para la solidaridad. Y estoy seguro, tengo la seguridad total de que ese resorte no fallará. El imperialismo podrá jugar con cascaritas de plátano, pero en cualquier momento resbala el propio imperialismo con su propia cáscara de plátano (APLAUSOS).
Hay otra idea esencial, y aquí Capriles demostró que captaba la esencia del problema cuando dijo: "Si les imponemos una suspensión de pago o una moratoria, tendrán que sentarse a discutir." Vio en realidad la esencia de la idea.
Entonces, ¿cómo se va a instrumentar esto, cómo va a evolucionar? Empiezan a surgir fórmulas. Aquí se mencionó, incluso, que ya un teórico del imperialismo planteó un Plan Marshall. Cuando yo leí eso me reí, porque dije: El problema es tan grande que hacen falta, por lo menos, no uno, sino veinte planes Marshall. Y no tienen dinero para eso, a no ser que abandonen sus locuras bélicas. Ya han empezado a aparecer, como se aprecia, fórmulas de todo tipo.
Claro, es una idea esencial que si ellos no quieren por las buenas discutir el problema, hay que obligarlos a discutir el problema. Eso lo que significa es que la iniciativa está de parte de los países del Tercer Mundo. Recuerdo que cuando fui a las Naciones Unidas —y se debían entonces 335 000 millones—, nosotros estábamos planteando, dentro de las fórmulas de las Naciones Unidas, recursos equivalentes a 300 000 millones de dólares adicionales para el desarrollo en la década del 80. En aquella época estábamos pidiendo: por favor, miren, que la situación es grave, hacen falta recursos, hay que resolver estos problemas. Pero prestaron oídos sordos, hasta que se creó esta situación insostenible.
Ahora, como explicábamos nosotros en una ocasión, no estamos pidiendo, sino que ahora estamos dando y no es tan difícil dejar los brazos tranquilos, no meterse la mano en el bolsillo para extraer recursos y no dejarse seguir saqueando. Pero no hay que usar las armas para eso, nada, ellos no las pueden usar en esto contra los países del Tercer Mundo, ni la guerra de las galaxias les sirve para cobrar la deuda, la deuda no la cobran ni con armas espaciales, ni con armas nucleares, con nada podrán cobrar la deuda. Como nosotros decíamos en las Naciones Unidas, con bombas se podrá matar a los hambrientos, a los incultos, a los enfermos, pero no se puede matar el hambre, la ignorancia, la enfermedad, la pobreza (APLAUSOS).
Esta vuelve a ser una lucha del espíritu, de la conciencia contra la tecnología, y toda su tecnología frente a la realidad de más de 100 países en esta situación, que tienen todo su derecho, que tienen toda su razón, no les sirve de nada realmente para contrarrestar nuestra acción unida. Es lo que nosotros estamos planteando.
Y, claro, se resolverá esto. Lo ideal es un consenso previo. ¿Pero llegará el consenso previo de los países deudores de América Latina antes de que se desate la crisis? Lo ideal es un consenso previo y una discusión con los acreedores, ¿pero ocurrirá eso? El más probable desarrollo de los acontecimientos es que se desaten crisis serias y a partir de esas crisis demuestren interés entonces en negociar, es lo más probable. Nadie puede predecir con exactitud; pero yo nunca he creído realmente que se va a producir ese consenso previo antes de la crisis, aunque no lo veo imposible. Puede ser que a medida que se agrava la situación, ese consenso previo entre los deudores se produzca, es posible; no es imposible, lo que no lo veo muy probable.
Ahora, si esta lucha continúa, si las masas toman conciencia, si cada ciudadano de nuestros países entiende el problema, las posibilidades de influir y crear condiciones favorables se incrementan; un gobierno solo no puede librar esta lucha, entonces pudiera influirse en la idea de que se reúnan, que adopten una política y se adopte previamente una decisión firme y correcta.
En fin, he explicado todo esto para que ustedes conozcan cómo pensamos y que no es una guerra declarada de antemano, pero conocemos bien el egoísmo de los explotadores, de los saqueadores y vislumbramos el posible curso de los acontecimientos, aunque nadie puede asegurarlo; sin embargo, hay que estar preparado para todo, hay que estar preparado, eso es muy importante.
He hablado fundamentalmente del aspecto económico del problema; no voy a extenderme mucho más, porque realmente quedaban otros tres importantísimos aspectos.
Nosotros decimos: es impagable. Pero impagable por razones matemáticas, económicas, no implica un juicio moral del problema, o legal, o político del problema. Pero nosotros decimos también: es un imposible político. Los gobiernos no están en condiciones, en ningún país de América Latina, de aplicar esas medidas del Fondo Monetario, en ninguno; ni a sangre y fuego pueden hacerlo. Lo intenta Pinochet y se le ve envuelto en una crisis creciente. Se conoció hoy la noticia de la renuncia del jefe de los carabineros que llevaba un montón de años en el cargo, con motivo del brutal asesinato de tres ciudadanos chilenos que fueron secuestrados y degollados.
Casualmente, nosotros habíamos recibido hace tres días una carta de la familia de una de las víctimas, que dejó cuatro hijos de 11, de 6, de 4 y de 2 años, enviaron una carta impresionante, con un autorretrato y una impresionante poesía que hizo él y parecía que se había hecho para él. Estos factores, sí, tres víctimas, pero ya Pinochet tiembla, se estremece el régimen ante la protesta de la opinión mundial y sobre todo la protesta del pueblo, la ira del pueblo, la irritación del pueblo (APLAUSOS). No podrá mantenerse mucho más tiempo en el poder.
Los gobiernos de la apertura democrática, ¿cómo podrían aplicar esas medidas en condiciones en que los niveles de vida se han reducido a la mitad en muchos de ellos? De México, país de régimen constitucional estable, llegan noticias de que en los últimos 18 meses se había reducido en un 33% el poder adquisitivo de la población y en los últimos 30 meses, un 50%. Vemos los esfuerzos heroicos que realiza el gobierno mexicano para tratar de salir de la crisis y pagar la deuda; sin embargo, a lo largo de 1985 ha disminuido sostenidamente el saldo imprescindible de su balanza comercial.
El superávit comercial de los tres principales países exportadores, Brasil, México y Argentina, que en el año 1984 fue de casi 30 000 millones, este año 1985 ascenderá, apenas, a 20 000 millones, y se tienen que seguir pagando intereses ascendentes a 12 000 millones el primero, 12 000 millones aproximadamente el segundo y de 4 000 a 5 000 millones el tercero. Es una situación muy difícil, inmanejable.
A los gobiernos democráticos se les hace muy difícil aplicar indefinidamente las medidas que impone el Fondo Monetario, cada vez peores medidas. Significaría una crisis política en los países intentarlo, si Pinochet a base de matar no puede ya, ¿cómo podría lograrlo un gobierno democrático sin destruirse a sí mismo? Es un imposible político, simplemente, cobrar esa deuda, exigirle al pueblo los sacrificios que requiere el pago de esa deuda.
Decíamos que es un imposible moral. Casi es innecesario abundar en ese elemento que tanto se planteó aquí, que con tanta fuerza lo plantearon todos y, en especial, los cristianos. Es uno de los puntos que nosotros hemos estado planteando.
Sí puede haber casos, y nosotros lo admitimos, en que se hizo alguna inversión útil con esos créditos, una parte pequeña del conjunto de la deuda se invirtió en cosas útiles; pero todos sabemos que una gran parte se invirtió en armas, se despilfarró, se malversó, se malgastó, y sabemos, además, que una gran parte se fugó, ni siquiera llegó a la América Latina. Creo que fue el compañero Líber Seregni el que señaló que los latinoamericanos tenían 160 000 millones de dólares depositados en el exterior, y ese es un cálculo conservador, posiblemente sea más. El dinero se fuga en esas condiciones económicas, con una inflación constante, una moneda debilitada, un dólar sobrevaluado, altos intereses en Estados Unidos, no queda un centavo, no queda nada.
Todavía en la actualidad se están fugando 10 000 millones de dólares por año, ¡diez mil millones de dólares! Pero en esos años hubo un país —creo que fue Venezuela— donde en un período de tiempo, según el Banco Mundial, por cada dólar de préstamo recibido salía un dólar 23 centavos; es decir, no solo salía el dólar que llegó o que no llegó a arribar a Venezuela, sino que de las reservas o de las exportaciones de Venezuela salía un dólar 23 centavos, a depositarse en el exterior.
¿Ese dinero va a regresar? ¿Cuáles son las apelaciones para que lo haga? ¿Con este cuadro va a regresar? ¿Y quién puede soñar con crear esas condiciones ideales, perfectas, tan atractivas que el dinero, generoso, regrese a los países solito, caminando, nadando, nadando incluso contra la corriente del Golfo? (RISAS) Eso no lo cree nadie, ni se lo imagina nadie. Es utópico. Todas esas cosas sí son idealistas, todas esas cosas sí son utópicas y no lo que nosotros estamos planteando.
¿Qué se hizo ese dinero? ¿A quién se lo van a cobrar ahora? Aquí se pusieron ejemplos que son desgarradores, como cuando Edgardo Enríquez preguntó desde esta tribuna que si él tiene que pagar el dinero que se le entregó a Pinochet para asesinar a sus hijos, para asesinar a su nieto y para asesinar y desaparecer a otros seres queridos.
Aquí lo dijo con elocuencia también la compañera indígena, de Ecuador, cuando preguntó: ¿Qué habían recibido en sus comunidades, si una escuela, si un hospital o algo parecido? Ahora tenían que pagar.
Mucha gente explicó todos esos aspectos morales. Alguien dijo, creo que fue el de Belice, que la legislación inglesa establecía que deuda por juego no se paga, expresando con ello un elemento de carácter legal. Yo he citado el ejemplo de que alguien pida prestado 1 000 dólares, vaya a un casino, lo gaste y después al hijo, de cinco años, le quieran cobrar los 1 000 dólares. Esto, desde el punto de vista moral, es insostenible, y es muy importante porque no se trata solo de que no se puede. No se puede es un argumento bastante fuerte, pero no se debe es un argumento más fuerte todavía (APLAUSOS). Como se dijo aquí también y se repitió, está contra los más elementales derechos humanos.
Tanto que hablan los occidentales de los derechos humanos y resulta que con sus métodos —y yo se lo he dicho a algunos norteamericanos— asesinan todos los días miles de gente. ¿A quién responsabilizar de ese millón de niños que se muere en América Latina de menos de un año, antes de cumplir el primer año de vida? Aquí mismo, en esta sala, en un encuentro de pediatras, el Director de la UNICEF dijo que si en América Latina existieran los niveles de sanidad y de salud que tienen los niños de Cuba, un nivel de mortalidad infantil no mayor de 15 por 1 000 —a 15 llevamos el año pasado ese índice— nacidos vivos en el primer año de vida. Como hemos reducido considerablemente los índices de mortalidad de uno a cinco años, entre cinco y quince; como hemos prolongado los niveles de vida que están ya a la par con los de Estados Unidos; como estamos compitiendo con ellos en índices de salud a pesar de ser Cuba un país del Tercer Mundo, por el esfuerzo de nuestros médicos, de nuestras enfermeras (APLAUSOS); porque la Revolución se ha ocupado de la salud y porque no hay niños desnutridos, como no hay niños ni descalzos, ni pordioseros, ni hay drogas, ni hay prostitución, ni hay juego en nuestro país. Estos éxitos son conocidos (APLAUSOS).
En una conversación con Frei Betto no hace mucho tiempo, le decía: si la Iglesia fuera a establecer una sociedad regida por sus propios principios, haría una sociedad más o menos como esta que estamos construyendo nosotros, porque no creo que aceptaría la prostitución, ni el juego, ni la droga (APLAUSOS). ¿Qué puede tener más fuerza moral que la obra humana de una revolución, que evita a las mujeres la tragedia de la prostitución, lacre terrible en nuestros países como lo es la droga, el juego, la mendicidad? Nosotros, como subproducto de una Revolución que ha traído justicia al pueblo, hemos erradicado esas calamidades sociales, al igual que la insalubridad, el analfabetismo y el desempleo.
Pues bien, ¿qué decía el Director de la UNICEF? Que si los países de América Latina tuvieran los niveles de salud de Cuba, se salvarían 800 000 niños todos los años, ¡ochocientos mil niños! Y si el Director de la UNICEF, un organismo de las Naciones Unidas, dice esto, yo pregunto: ¿Y quién mata a esos 800 000 niños de menos de un año todos los años? (APLAUSOS) ¿Y quién mata a otros millones de niños entre 1 y 15 años? ¿Y quién reduce los promedios de vida a 40, 45 y 50 años en tantos lugares y durante siglos? Ha venido ocurriendo y sigue ocurriendo para vergüenza de todos nosotros. Es la explotación, el colonialismo ayer, el imperialismo hoy, ¿y esas vidas no cuentan? Y los millones que crecen con retraso mental o defecto físico, ¿quién ocasiona todo eso, quién es el culpable, quién es el responsable?
Si vamos a analizar con lógica y con principio estos problemas, es el imperialismo.
El hecho de que haya 110 millones de desempleados y subempleados, ¿quién tiene la culpa de eso? Hay que empezar a buscar el culpable. No basta con estar señalando los números y las estadísticas, sino preguntarse el porqué y preguntarse también cuánto tiempo más puede seguir soportando esa situación.
El cobro de esta deuda y el sistema injusto de relaciones económicas es la más flagrante y más brutal violación de los derechos humanos que puedan concebirse. Aquí se habló de que esa deuda está pagada, quién sabe cuántas veces, con lo que nos roban. Solo el año pasado nos robaron 20 000 millones por esa vía del intercambio desigual, 10 000 millones por fuga de capitales, 37 300 millones de intereses, y de 4 000 a 5 000 por la sobrevaloración del dólar. Son 70 000 millones en un solo año, 70 000 millones saqueados; ingresaron 10 000 millones, de inversiones, algunos préstamos, y salieron 70 000 millones, que se pueden contabilizar. Y no está contabilizado el daño ocasionado con las medidas proteccionistas, el dumping y todas esas prácticas que llevan a cabo contra nuestros países.
¿Puede tener porvenir un continente en esas condiciones? ¿Puede tener justificación semejante sistema? Además, desde el punto de vista moral fue el Tercer Mundo, y sobre todo América Latina, quien financió el desarrollo de Europa y de Estados Unidos durante siglos. De esas minas de oro y de plata de que habló Guayasamín aquí, del Potosí y de muchas otras minas, donde no fueron solo 4 millones, como dijo él que perecieron durante siglos en el Potosí. En México solo, en los primeros años de la conquista, de 6 millones de habitantes, la población se redujo a 2 millones; 4 millones solamente en los primeros años que siguieron a la conquista, por la explotación, el maltrato, la esclavización y hasta por las enfermedades que trajeron los europeos. No son 4 millones, son decenas y decenas de millones los que han entregado su vida al trabajo esclavo, y no solo hijos de América Latina, sino también hijos de Africa.
En Estados Unidos, la esclavitud duró casi un siglo después de la famosa Declaración, donde proclamaron solemne e hipócritamente que todos los hombres nacían libres, iguales y a todos les concedía el Creador el derecho a la libertad y a la vida. Derechos sí, pero para los blancos europeos, no derechos para los esclavos, los hombres libres traídos de Africa y esclavizados en este hemisferio; no para los indios que fueron exterminados aun después de la famosa Declaración de Independencia y después de sus verdades evidentes.
¿Quién financió el desarrollo de los propios Estados Unidos? Fueron los esclavos e indirectamente nuestros pueblos, los indios y negros de América Latina y el Caribe que al financiar a Europa, también los financiamos a ellos. Y ahora los continuamos financiando, históricamente los países del Tercer Mundo hemos financiado el mundo capitalista desarrollado. Entonces, ¿por qué no puede ser abolida esta deuda? Ahora nos exigen que paguemos. Me recuerda lo que dijo el compañero de Haití, que los esclavos tuvieron que indemnizar a los esclavizadores por su libertad. Los trajeron de Africa, los separaron de las familias, los trataron de la peor forma que se puede tratar a un ser humano, los explotaron, los mataron de mil formas diferentes y después estuvieron como 100 años pagando a los colonizadores indemnización por su libertad. Pues yo creo que nosotros debemos conquistar nuestra libertad y no indemnizar a ninguno de nuestros opresores (APLAUSOS).
Aquí se ha hablado de argumentos, incluso, jurídicos. López Michelsen habló de ejecución imposible; otras veces hemos dicho razones de fuerza mayor; pero, en fin, a todas estas razones morales, políticas y económicas se les puede añadir un conjunto de razones jurídicas: ¿Quién contrató? ¿Quién ostenta la soberanía? ¿En virtud de qué concepto puede decirse que el pueblo se comprometió a pagar y recibió o concertó esos créditos? Si la mayoría de esos créditos los concertaron con dictaduras militares, represivas, sin ninguna consulta popular. ¿Acaso las deudas o los compromisos que hagan los opresores de los pueblos, tienen que ser pagados por los oprimidos? ¿Dónde está el fundamento filosófico moral de esa concepción o de esa idea?
No se consultaron los parlamentos, el principio de la soberanía se violó, ¿qué parlamentos han intervenido en este endeudamiento y conocieron esto? ¿Quién conoció de las discusiones, dónde votaron? Hipotecaron de tal manera nuestros países que se debe más de 17 000 dólares por kilómetro cuadrado en la América Latina y el Caribe, ¿y quién los hipotecó? Habría que preguntar, ¿los pueblos la hipotecaron, quién ejerce la soberanía, quién ostenta la soberanía, cómo puede haber compromisos a espaldas de la soberanía del pueblo? (APLAUSOS).
Aquí se ha hablado de la continuidad de este esfuerzo. Sí, habrá continuidad, no porque hagamos una organización aquí, no, se ha cumplido estrictamente lo propuesto, ni una declaración, no; ha habido muchas por países, pero se ha cumplido estrictamente con la convocatoria. Esto es un movimiento. Próximamente habrá una reunión de parlamentarios en Uruguay, del 10 al 13 de octubre, para discutir la deuda externa. Qué magnífica oportunidad integracionista, unitaria, que los parlamentos vayan allí a discutir una deuda que ellos no aprobaron, y analizar el problema.
Creo que debemos darle, en primer lugar, un gran apoyo a esa reunión parlamentaria, comprendiendo la enorme importancia de ese evento. Me parece que será el próximo hecho de gran trascendencia para crear conciencia en torno a estos problemas. De modo que por dondequiera que se analice esta cuestión, son muy sólidas, muy fuertes, irrebatibles las razones; es, además, un problema que les toca a todos muy de cerca, mucho más que cualquier otro problema, porque las mujeres lo expresaron aquí, los obreros lo expresaron, los campesinos, las capas medias, todos han expresado de qué manera les afecta esta situación a cada uno de ellos.
Nosotros no hemos estado planteando consignas subversivas. No hemos estado planteando la revolución social, hemos dicho, por el contrario: no podemos esperar que venga primero el socialismo para resolver este problema; este problema es urgente, inmediato, hay que resolverlo. Para resolverlo hay que unir a todos, a todas las capas, menos a la minoría insignificante que está vendida al capital financiero internacional, que está vendida al imperialismo. Aquí caben todos, incluso, los industriales que hablaron en esta sala, o banqueros, hombres de empresa, agricultores, caben todos. Es lo bueno que tiene precisamente esta lucha, que puede ser y debe ser una lucha muy amplia para resolver estos problemas que no pueden esperar a que nuestros pueblos tengan una conciencia socialista, a que se reúnan todos los factores subjetivos, que están por detrás de los factores objetivos en este momento, aunque avancemos rápido, ni sería, a mi juicio, prudente, en un momento en que se está librando una batalla decisiva, por la independencia de nuestros pueblos. Porque, ¿cómo puede llamarse independiente un gobierno y un país que tiene que ir todos los meses a discutir con el Fondo Monetario Internacional lo que tiene que hacer en su casa? Es una ficción de independencia, y nosotros vemos esto como una lucha de liberación nacional, que puede agrupar de verdad, y por primera vez en la historia de nuestro hemisferio, a todas las capas sociales en una lucha para alcanzar su verdadera independencia.
No podemos plantear como prerrequisito el socialismo. No estamos recomendando el socialismo, por supuesto, tampoco lo estamos desaconsejando (RISAS Y APLAUSOS), ¿comprenden? Lo que no me parece correcto convertir eso en centro de la lucha. Yo creo que de todas formas esta profunda crisis les va a traer una elevada conciencia a nuestros pueblos. No creo que nos alejemos del socialismo, a medida que las masas tengan conciencia, creo que nos acercamos de todas formas a las perspectivas de una sociedad más justa; pero sería erróneo ahora plantearse el objetivo del socialismo, esto es un problema urgente que hay que resolver; creo que si hay una conciencia, si los trabajadores, los campesinos, los estudiantes, los intelectuales, los empresarios tienen una conciencia clara del problema, se puede aislar a los vendepatrias, a los que están al servicio del imperialismo y ganar esta batalla.
Me imagino que los gobiernos tomen medidas, para que no se escape un centavo. Puedo decir que aquí en este país en 26 años de Revolución no se ha escapado un centavo, una divisa, en 26 años (APLAUSOS). Aquí no hay subfacturación, ni sobrefacturación, ni nada parecido a eso. Pero bien, no es eso lo que estamos planteando, habrá que tomar, dentro de las condiciones actuales, todas aquellas medidas que conduzcan a evitar el despilfarro, la fuga de divisas y todo eso; pero nosotros, por norma, en todo este problema hemos evitado analizar cuestiones relacionadas con los asuntos internos de cada país. Estamos planteando el principio general de la unidad, de la unidad entre los países, la unidad entre los países del Tercer Mundo, pero evitamos sugerir medidas de tipo interno y es correcto actuar así, no tendría ningún sentido, ni sería prudente que nos pusiéramos a estar haciendo recomendaciones sobre qué cosas creemos que hay que hacer dentro. No significa que hayamos renunciado a nuestros ideales revolucionarios, ni a nuestra concepción socialista, sino —repito—, en esencia, que vemos esto como una gran lucha por la liberación nacional contra fuerzas poderosas, y que podemos generar las fuerzas suficientes para llevar adelante esta lucha.
Ya veremos cómo transcurren los meses venideros, cuál es la evolución de los acontecimientos, porque la crisis no aguanta ya mucho más. Creo que aceleradamente hay que formar conciencia.
Aquí se han pronunciado palabras admirables, se han recibido mensajes muy alentadores. A los que digan que nuestros planteamientos son radicales, aquí está la carta del cardenal Arns, de Sao Paulo, ustedes la oyeron. Si me permiten le dedico unos minutos a leer de nuevo los puntos esenciales, porque creo que después de todo el debate tienen más valor todavía.
"Primero, no hay posibilidades reales de que el pueblo latinoamericano y caribeño se responsabilice por el peso del pago de las deudas colosales contraídas por nuestros gobiernos. Ni siquiera es viable continuar pagando los altos intereses a expensas del sacrificio de nuestro desarrollo y bienestar.
"Segundo, el problema de la deuda, antes de ser financiero, es fundamentalmente político, y como tal debe ser encarado. Lo que está en juego no son las cuentas de los acreedores internacionales, sino la vida de millones de personas que no pueden sufrir la permanente amenaza de medidas recesivas y del desempleo que traen la miseria y la muerte.
"Tercero, los derechos humanos exigen que todos los hombres de buena voluntad del continente y del Caribe, todos los sectores responsables, se unan en la búsqueda urgente de una solución realista para el problema de la deuda externa, como forma de preservar la soberanía de nuestras naciones y resguardar el principio de que el compromiso principal de nuestros gobiernos no es con los acreedores, sino con los pueblos que representan.
"Cuarto, la defensa intransigente del principio de autodeterminación de nuestros pueblos requiere el fin de la interferencia de organismos internacionales en la administración financiera de nuestras naciones. Considerando que el gobierno es cosa pública, todos los documentos firmados con tales organismos deben ser de inmediato conocimiento de la opinión pública." Sí, y podemos pedir más: que las discusiones del Fondo Monetario y del Banco Mundial la publiquen por radio y televisión a la luz del mundo, como hemos hecho con nuestro diálogo (APLAUSOS).
"Quinto, es urgente el establecimiento de bases concretas de un Nuevo Orden Económico Internacional, en el cual sean suprimidas las relaciones desiguales entre países ricos y pobres y asegurado al Tercer Mundo el derecho inalienable de regir su propio destino, libre de la injerencia imperialista y de medidas expoliadoras en las relaciones de comercio internacional."
Dicen que las tesis que estoy defendiendo son radicales, pues bien, ¡Yo suscribo ciento por ciento este programa de cinco puntos de ese ilustre hijo de Brasil, que es Paulo Evaristo, Cardenal Arns! (APLAUSOS) Espero que no digan ya que son extremistas las ideas. Y le añadiría solo un sexto punto, que es la integración económica de América Latina; y un séptimo punto que se percibe en su intención: Esta es una lucha por los pueblos de América Latina y el Tercer Mundo, por la vida de 4 000 millones de personas que sufren y padecen las consecuencias de este orden económico inhumano e injusto.
No se ha sacado ningún documento, ni hace falta. Esto no tenía por objeto sacar un documento, sino sacar una conciencia, tomar una conciencia; digamos, ese fue el objetivo fundamental de este diálogo. Y creo, ciertamente, que hemos tomado una conciencia, una fuerte conciencia. Incluso, los que hemos estado en esto durante tiempo nos sentimos más fortalecidos, más convencidos, más seguros de la justeza, después de haber escuchado decenas y decenas de brillantes intervenciones de personas que han demostrado aquí grandes talentos. y ha sido verdaderamente un premio, un regalo sin precedente a nuestro pueblo, que le permitió seguir de cerca, día a día, hora a hora, minuto a minuto este diálogo. Realmente nos sentimos profundamente agradecidos.
Lo que necesitamos es esa conciencia. Ninguna iglesia salió de un documento. La independencia de los pueblos de América Latina no salió tampoco de un documento, sino que en una hora determinada, en un momento determinado, las iglesias, los grandes movimientos espirituales y políticos surgieron de una crisis espiritual o política y de una conciencia. Ahora estamos en medio de la crisis y hemos adquirido una conciencia.
Estoy seguro, como lo están ustedes, de que nuestro movimiento, nuestra lucha, marchará adelante y alcanzaremos la victoria.
Muchas gracias.
(OVACION)

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